“No me abarcan los cielos ni la tierra, pero sí me abarca el corazón del
hombre que se abre a Mí”.
Es decir, el corazón del ser humano tiene una
capacidad infinita. A esa capacidad se la llama Fitra, que significa
naturaleza original. Lo propio del ser humano es esa Fitra, en la que cabe
Allah. La Fitra es la causa de las ansiedades e inquietudes más profundas que
empujan al hombre hacia lo infinito, pues no se sacia en nada. La desazón, el
vacío, el no sentirse colmado, todas éstas son sensaciones que hablan de
exigencias a las que damos un nombre en árabe.
El Corán enseña que Allah ha
hecho al hombre a partir de esa naturaleza. El ser humano es una construcción
sobre la Fitra, es el desarrollo material de esa aspiración latente, el
recipiente en el que habita ese contenido inmenso.
Allah es aquello a lo
que se inclina la Fitra: lo inconmensurable, lo desmedido, lo inagotable, ya sea
en la desproporción del universo o en el microorganismo más indetectable. Allah
nada tiene que ver con las dimensiones creadas: es lo abismal que hay en cada
instante de la vida. A esa Verdad inexpresable es a lo que tiende la Fitra
humana. El Islam es el camino hacia Ella. ¿Qué es el Islam? El Islam es apertura
sincera hacia la Verdad y es sencillez absoluta. Por ello, Fitra e Islam también
se corresponden. Rasûlullâh (s.a.s.) dijo:
“Todo recién nacido está en la
Fitra. Son sus padres los que lo hacen judío, cristiano o zoroastriano”, y
sus Compañeros apostillaron:
“...o musulmán”, y él dijo: “No. El Islam es la Fitra”.
Toda
elaboración corrompe la Fitra, pero el Islam es una vuelta a la simplicidad. Por
eso, su principio básico es el Tawhîd en el que no hay nada añadido a
Allah.
El Islam propone al ser
humano a Allah como objetivo. Pero Allah es inalcanzable. Es decir, el Islam
opera en el ánimo del hombre ensanchándolo indefinidamente. A donde llegue cada
uno está bien. Esto es lo que exige la Fitra. Por eso lo que el Islam hace es
desidolatrizar la mente humana: le va quitando progresivamente sus referencias
para sumirla en el desconcierto que vive interiormente, un desconcierto que es
ya topar con Allah. Abû Bakr (r.) dijo:
“La percepción de la no-percepción es
percepción (idrâk ‘ádam al-idrâk idrâk)”.
Tropezamos con Allah en nuestra
Fitra, en nuestra insaciabilidad. ¿Cómo explicar lo inexpresable? Esta es la
dificultad a la hora de hablar del Islam. Es más fácil hablar de sus
realizaciones culturales, de sus logros en la reflexión, de su fidelidad, en
suma, a su esencia intangible.
[1] Los hadices son frases
atribuidas al Profeta (s.a.s.). Un hadiz puede ser nabawí si el Profeta
se atribuye las palabras a sí mismo, o es un hadiz qudsí si atribuye la
frase a Allah sin que por ello sea considerado Corán. Un ejemplo de
hadiz qudsi es el citado arriba.
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