El que trabaja para dar, el que aprende para enseñar, el que se ofrece voluntario para lo que los demás rechazan, el que no permite que nadie sea desatendido, el que limpia las mezquitas, aquel con el que todo el mundo cuenta, ése es el señor de los musulmanes.
Rasûlullâh (s.a.s.) dijo en cierta ocasión que quien es señor o dueño de la gente es el que está a su servicio.
El que los demás dependan de ti para lo que sea te convierte en indispensable. Y el que responde a esa expectativa es el generoso, el que merece la mejor consideración.
Y todo ello porque así se está a participar en el moviemento del cosmos entero y se es agente y protagonista de la realidad.
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